Qué son los clientes internos y externos y cómo los primeros pueden hundir tu negocio

Clientes internos y externos. ¿Qué son?

“¡Vivimos en un mundo que no para de liar la troca!”, te dirás.

“Un negocio ha tenido clientes toda la vida, pero ¿ahora hay que “segmentarlos” también?”.

Correcto.

Porque a veces, al liar la troca, lo que hacemos es mejorar aún más lo que creíamos que iba a misa.

Porque cuestionamos nuestros procesos.

Cuestionamos lo que se ha hecho hasta ese momento.

Y eso siempre lleva a la superación.

Hasta hace poco, un negocio ofrecía productos y servicios a un tipo de cliente.

Y punto.

Ese cliente era externo a su empresa.

Hoy en día, se considera que una empresa ofrece dos tipos de productos.

El que vende externamente > a su cliente externo (¡el de toda la vida!).

Y el aprendizaje y entorno de apoyo que ofrece a sus empleados > clientes internos.

¿Qué es lo que reconoce esta diferenciación?

Reconoce que el empleado es una pieza clave en el juego del emprendimiento.

Una pieza a la que cuidar y pulir constantemente.

Y una pieza que no se puede descuidar como se hacía antes…

Y se sigue haciendo en tantos espacios laborales.

¿Por qué hay que mimar tanto de repente al cliente interno? 

Porque por fin hemos reconocido que, sin él o ella, no somos nadie. 

¡Por fin!

Por fin hemos visto que ellos facilitan nuestra ventaja competitiva.

Y nuestra ventaja competitiva es lo que nos hace diferentes, genuinos y únicos.

Tú sabes por qué tú, tu empresa y tus productos sois especiales, pero si tu equipo no lo sabe porque no se lo has transmitido adecuadamente…

O lo sabe, pero pasa de transmitirlo porque no se siente mimado por ti…

Tu cliente no va a percibir tu punto de diferenciación.

Ello/as son los mejores “embajadores” de tu marca.

La principal vía para atraer a nuevos clientes.

El rostro de tu empresa.

Su cerebro.

La sonrisa que te representa.

La voz que tus clientes escuchan.

Si tu equipo se siente involucrado en las metas y la filosofía de tu negocio…

Si sabe cuáles son los objetivos comunes y hacia dónde debe dirigir sus pasos…

Esa persona (ese cliente interno), se sentirá seguro/a y confiado/a, estará dispuesto a asumir nuevas responsabilidades y eso, nuevamente, hará que se vuelque en atraer y fidelizar clientes.

¡No olvides además que un empleado feliz es un 12 % más productivo que el trabajador medio!

¿Qué pasa si tu cliente interno no está motivado y acude descontento a trabajar?

Malo.

¿Tú sabes lo que te puede llegar a costar un empleado/a descontento?

Según el estudio State of the Global Workplace de Gallup sobre 140 países, mucho.

En su extenso análisis Gallup descubrió que el 87 por ciento de los trabajadores de todo el mundo no están comprometidos o están activamente no comprometidos con la labor que ejercen. 

Es decir, ¡que el mundo está lleno de gente que se siente super infeliz yendo cada día a trabajar!

¡Menudo sistema que hemos inventado! ¿No crees?

¿Y tú sabes lo que representa para una empresa que solo el 13 por ciento de sus empleados estén motivados?

Veloz rotación laboral…

Fuga de talentos…

Y dinero, mucho dinero.

Gallup confirmó que los empleados activamente no comprometidos le cuestan a los EE. UU. ¡entre $450 y $550 mil millones por año!

¿Te imaginas?

Y total, solo es cuestión de hacer las cosas bien hechas. 

Y si hay que empezar por llamar a nuestros trabajadores clientes internos, pues empezamos por ahí.

Y si hay que aplicar otro sistema de trabajo, se aplica.

¿Tal vez uno donde se escuche a la gente…?

¿Se le valoren y fomenten sus talentos y responsabilidades?

¿En el que se tenga en cuenta que cada persona es distinta y capaz de aportar un ingrediente a la receta muy importante?

¿En el que se apoye a los más vulnerables?

¿En el que se fomenten lazos de confianza?

¿El compromiso?

¿El trabajo en equipo por encima de los intereses individuales?

¡Menudo concepto! ¿No?

Por eso, y por mucho más, hay que segmentar y cuidar a nuestros clientes, internos y externos.

¿Empezamos con nuestro granito de arena?